Perdónenme por ser tan expresivo y exaltado, pero es que la noticia se lo merece y, si no, ya me contarán. Recientemente leíamos la historia del, probablemente, mejor jefe – empresario- del mundo. Se llama Ken Grenda, australiano, y propietario de una empresa de transportes de viajeros, Grenda Transports. El hecho, que ha trascendido a todo el mundo, es el siguiente. El señor Grenda, no sólo pagaba el salario  que correspondía a sus empleados regularmente, si no que, además, sin mediar aviso, repartió entre su plantilla 15 millones de dólares australianos, que no es moco de pavo.

¿Se imaginan aquí al Sr. Botín (o cualquier otro empresario) haciendo esta noble gesta? La respuesta, entre nosotros, ya sabemos cuál es. Pero el señor Grenda merece nuestra admiración, no sólo por el reparto de tal suma de dinero, sino por la justificación del mismo, porque el reparto del dinero mencionado fue debido, según sus propias palabras, «a la contribución de sus empleados al éxito de la compañía», así que, tras 60 años de funcionamiento y, ante su jubilación, quiso hacer un reconocimiento público a todos aquellos que contribuyeron a lograr levantar, mantener y hacer crecer su proyecto empresarial.

Pero, aún hay más. Además de repartir el dinero a los empleados, el Sr. Grenda, se aseguró que la venta de su compañía no les perjudicara , así que la condición de la misma fue el mantenimiento de los puestos de trabajo. ¡Albricias! Un empresario que no sólo no despide, sino que  asegura el futuro de sus colaboradores.

Sigo estando excitado y alterado, porque la noticia, no me lo negarán, es, cuando menos, extravagante, por lo inusual. No estamos acostumbrados a recibir este tipo de noticias, sino más bien todo lo contrario (con o sin reforma laboral), aquí lo que se estila es despedir, prejubilar, trasladar, emigrar, cesar, etc.

Y que decir de los empleados, unos 1800 en total, atónitos cuando fueron al banco y vieron la suma de dinero ingresada (hasta 30.000$, según puesto y antigüedad). Naturalmente, los más, llamaron a sus entidades de crédito para señalar el obvio error que aparecía en sus estados de cuentas. Y las entidades financieras, que no, señor, discúlpeme, pero todo está bien, se trata de un ingreso de su empresa. ¿Cómo?

Y, así, en estos momentos, los empleados de Granda Transports están para proponer la canonización de su jefe por un gesto que, más que humano, es divino!!

Saludos,

Albert García Ordóñez